Antes de nada, un aviso para navegantes. Si alguno cree al leer esto que les voy a hablar de la infantil, sus posibilidades... está equivocado y puede dejar de leer... o continuar leyendo. Para mí la fila de infantil es una metáfora. Una metáfora de lo que a veces ocurre en nuestros centros educativos y extrapolando, en la educación en general.
En mi colegio a la hora de recoger a los niños de la etapa de infantil se hace una fila frente a una verja. Una fila larga y llena de padres y abuelos que esperan a los niños. Una fila en la que tienes la oportunidad de tomar el sol (con abundante protección eso sí) en verano y disfrutar de los beneficios del frío en invierno. Es una fila al aire libre sin protección ninguna y en la que te colocas conforme vas llegando (colarse en esa fila está muy mal visto). A la hora de la salida, los niños salen al patio y se colocan en sus rincones respectivos. Llegado el momento, se abre la verja, una persona encargada de ello va viendo a los familiares y nombrando a los niños con un micrófono. Cuando oye su nombre, el niño o niña en cuestión atraviesa el patio y el familiar lo recoge. El tiempo medio de espera en la fila es en torno a 15-20 minutos. Una vez descrita la fila, les explico la metáfora. Yo no soy profesora de infantil pero sí madre de infantil y desde el primer día me ha llamado la atención la fila. Vaya por delante que la mayoría de padres no cuestionan la fila, es lo que hay y punto. Sin embargo yo, por deformación profesional (o personal) me suelo preguntar el por qué las cosas. Qué razones hay para ello, qué finalidad, si "aporta", si tiene más inconvenientes que ventajas. Y la fila de infantil no ha sido una excepción. Y aquí viene la metáfora. Cuando me he atrevido a preguntar por qué se hace la fila, lo primero que he tenido que hacer es elegir muy bien mis palabras y modos porque en este tema como en muchos otros que rodean la actividad colegial cualquier cuestionamiento se considera de entrada una crítica. Como si querer saber el por qué implicara ya directamente decir que está mal. De hecho y confirmando mi hipótesis, la primera reacción que obtuve al hacer mi pregunta fue ese gesto de "enarcar" la ceja. Gesto que no necesita traducción y que en casi todos los lugares del mundo mundial significa "¿A qué fin preguntas esto?¿te parece mal?" Pasada la sorpresa inicial, me dieron razones varias: "se estudiaron varias posibilidades y se eligió ésta""se ha hecho así desde el principio""es la mejor opción" Supongo que no pregunté bien porque lo que yo quería saber era qué aportaba, qué la convertía en la mejor opción, cuales eran las otras. Yo quería un mapa mental del problema y me encontré con razones insuficientes. Y eso pasa también en muchas cuestiones educativas. Somos suspicaces cuando se nos pregunta por nuestro quehacer diario. Y o por que no lo tenemos muy reflexionado, o porque no lo sabemos, o porque es una conducta aprendida desde la imitación, nos cuesta dar razón de por qué hacemos las cosas como las hacemos. Nos cuesta explicar la reflexión que hay detrás de una decisión (cuando la hay). No somos capaces de mostrar el valor añadido de nuestra labor educativa. A veces, el "se ha hecho así siempre" o "es lo mejor" lo consideramos razón suficiente. Y aunque sea verdad, no es razón, no explica, no convence. Del mismo modo que yo a mis alumnos les exijo siempre que justifiquen su respuesta creo que yo también me lo debo exigir a mí misma. Y para eso está este espacio. Para hablar de temas que afectan a la educación, con pasión y con razones. Porque no es verdad que sean incompatibles o al menos no en mí ni en mi vida. Es precisamente el amor por mi trabajo lo que me lleva a intentar comprenderlo a fondo y buscar el modo de hacerlo mejor sin dejar de cuestionarme. Quizás incluso llegue a descubrir el por qué de la fila de infantil :)
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AutoraMe llamo Asun. Soy licenciada en química y en psicología. Me dedico a enseñar pero me paso la vida aprendiendo. Archives
Mayo 2017
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